Paraguayo Cubas, presidente del Partido Cruzada Nacional, vuelve a estar en el centro de la polémica tras un incidente con el juez Darío Báez, al que calificó de “delincuente”, “lavador de dinero”, “corrupto” y “amigo de narcotraficantes”. Este episodio refleja un enfrentamiento más profundo: el de un sistema judicial que muchos consideran plagado de corrupción contra una figura que desafía abiertamente el orden establecido.
El juez Báez decidió apartarse del caso tras declarar su “pérdida de objetividad”, una medida que ha sido interpretada como una estrategia para evitar un conflicto directo con Cubas. Sin embargo, este hecho no desactiva el debate que el político ha puesto sobre la mesa: la falta de independencia de la justicia paraguaya y su aparente complicidad con los intereses de sectores privilegiados. Para muchos, estas acusaciones son representativas de un sistema judicial que parece estar diseñado para proteger a los poderosos, mientras castiga con rigor a quienes se atreven a cuestionarlo.
El enfrentamiento con Báez no es un caso aislado. Desde hace tiempo, Cubas ha denunciado lo que considera una maquinaria de corrupción profundamente enraizada en las instituciones del país. Para sus detractores, su estilo puede parecer excesivo o incendiario; para sus partidarios, es un reflejo de la rabia contenida de un pueblo que exige justicia.
Mientras el sistema judicial busca enjuiciar a Cubas por delitos como “perturbar la paz pública”, sus actos no hacen más que fortalecer su imagen como un opositor valiente que no teme enfrentarse al poder. Este caso, lejos de debilitarlo, parece haber reforzado su papel como una figura incómoda para el sistema.
La lucha de Paraguayo Cubas no es solo suya; representa a millones de paraguayos que se sienten abandonados por las instituciones que deberían protegerlos. Su mensaje es claro: el cambio no llegará mientras se sigan perpetuando las viejas prácticas que benefician a unos pocos a costa del bienestar de la mayoría. Para sus seguidores, Cubas es más que un político, es un acto de resistencia en un país que clama por justicia y transformación.